olivo
No puede concebirse otro suelo, que uno seco e infértil, a fin de condenarte. A pro pia da men te. Y has de beber gotas esquivas, gotas contadas, calientes. El viento, que en su malicia puede ser piadoso, te enseñará de sus caras la violenta, la bruta, la salvaje e ignorante. No conocerás de este mundo, más que tu quieta condena; y tu rostro, tu rostro pobrecito, hablará de tu pena.
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