hojas
De áurica plenitud, una, tan sólo una, es un trofeo, un regalo. Su cuerpo plano de caricia, sus nervios contraídos, como gritando una queja contenida. La vista perdida, losojoscerrados. Y todas, al unísono, moviéndose. Prendidas del tronco, de las ramas; anónimas, danzando su conciencia colectiva. El árbol vestido de cobres, de otoño, es en sí mismo un paisaje.
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