silencio
El silencio, en esencia, no se trata sino, paradójicamente, de todos aquellos sonidos que lo transforman en una sinfonía sutil y agradable, inconmensurable. El canto de los pájaros, el efusivo abrazo del viento y los árboles, el gozoso murmullo que al acariciarse producen las ramas y hojas de éstos; el oír los propios pasos, a una piedra desgarrarse del suelo continente, al agua emitir sus dulces borbotones doquiera; todo incita a un afuera placentero y contagioso… (en cambio el estruendo, su violencia, nos reduce a un universo oscuro y puntiforme, quieto, vibrátil y energuménico).
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