plaza
El fresco ha guardado a los niños, con su sugerencia a un tiempo firme y tierna, paternal, en sus casas. Aunque no la veamos, los niños no la disfruten, la plaza reposa. Los días de frío, de lluvia, son su siesta, su diástole, su descanso. Ahora el viento mece a los columpios muy suavemente; su movimiento es casi un esbozo. Como una sonrisa, que ha de ser compartida, ellos, y su imagen en el charco debajo, aguardan …
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