Hombre en el fango

Un hombre, su búsqueda. El fango, su entorno, realidad inmediata inevitable. El ejercicio de la prosa poética como búsqueda de sentido, y coherencia estética de la misma. Experiencia literaria. "Desde que la ciencia desconfía de las explicaciones generales y de las soluciones que no sean sectoriales y especializadas, el gran desafío de la literatura es poder entretejer los diversos saberes y los diversos códigos en una visión plural, facetrada del mundo" Italo Calvino.

31.7.05

sinceridad 2

Habita la sinceridad el hiato indeciso entre lo que se piensa y lo realizado.

luna

Una luna perfecta. Aislada con perfecta precisión del cielo que entretiene. Recortada con la bruta precisión de un tornado. Con la inapelable malicia de lo incontrolable; con su ignorancia. Con la bella frescura de lo que mata y muere, de lo viviente. De aquello que egoísta, obsequia, asiente. Pletórica. Ausente. Ni siquiera el bramido de los arabescos de su espejo, la tierra, la conmueven.

25.7.05

julio

Julio, fuiste hombre y fuiste invierno. Y un toro de agostos surcaba tus venas, rugiendo como el mar, aullando como el viento. Y el trazo en tu mirar, adolescente, bailaba candoroso de frente a cada esquina, donde la dicha escondida se pierde entre el azar.

Tus pies hechos del barro de un oriente cercano, tropezaban dando pasos, ídolo marmóreo, que el triste y obsecuente vivir de cada día (¡hombre, cambalache!!!), supiste adormecer siendo de noche.

La muerte, aunque mujer, viril de estampa, besó tu blanca frente, tan mal acariciada. Y aquél noviembre bravo, que fue julio y que fue invierno, condensó su destemplanza en tu horizonte más cercano.

Chan chan.

11.7.05

sinceridad

¿Habrían de condonar tanta sinceridad?

tristeza

Dijo un científico, que la tristeza es el efecto de la fuerza de gravedad aplicada sostenidamente sobre los ojos, los párpados, la mirada, el rostro, ...

1.7.05

claridad

La voluntad expresiva del muerto: un guiño inigualable.

ojo de tormenta

Ojo de tormenta. Fútil ojito de tormenta. ¡Qué gracioso! ¡Qué pequeño!

tiempo

Brasa ardiente que carne del propio pie cocina.

hermanos

Diez hermanos, de rostro renegrido, aunque sólo seamos cuatro. Somos diez hermanos, y aún, del vientre de madre tan solo brotaron cuatro llamaradas de furiosa salamandra, cuatro gritos opacos.
La sangre era un bruto porvenir, bruto pasado de historias compartidas bajo un techo de caucho, sin estrellas susurrando al compás de sus párpados.
Cuatro hermanos, de diez tan solo cuatro. Diez que no existían, no murieron, no lloraron. Diez muertos de hambre, de antaños asfixiados. Diez que no supieron siquiera abrir sus párpados.
No hubo uno primero, ni mejor, hubieron cuatro. Cuatro vientres de espumosas salamandras, cuatro gritos solemnes, cuatro muertos gritando, cuatro muertos, de diez tan solo cuatro.