Hombre en el fango

Un hombre, su búsqueda. El fango, su entorno, realidad inmediata inevitable. El ejercicio de la prosa poética como búsqueda de sentido, y coherencia estética de la misma. Experiencia literaria. "Desde que la ciencia desconfía de las explicaciones generales y de las soluciones que no sean sectoriales y especializadas, el gran desafío de la literatura es poder entretejer los diversos saberes y los diversos códigos en una visión plural, facetrada del mundo" Italo Calvino.

26.7.06

gruñidos

Aquellas primeras palabras, las primeras del día, tenían en sí mucho de tosco y rudo; una vibración rasposa.
Paradójicamente, no era su contenido lo relevante, sino la gravedad, la guturalidad con que eran pronunciadas, y que mantenía con el ser que enfrente se encontraba una conversación propia, inexplicable y grandiosa.

14.7.06

calle

Grandilocuencia. Los sonidos emitidos por los móviles, desplazándose contra toda previsión de vértigo posible, no parecen permitir fisuras en su tremendo concierto. Los ruidos, parecen un muro insalvable, inevitable, concreto y renegrido. Coherencia y consecuencia, en el espanto. Es probable que este griterío nunca se calle.

10.7.06

espejo

Habían caído algunas gotas. Lo que, siempre y cuando hubiera deseado dar más precisiones al lector, también podría haberse expresado como: “fue aquella una lluvia de humilde cuantía”; o bien: “los méritos de portento de aquél fenómeno climático de tipo lluvioso, no eran tales, ni tantos”; o aún así: “no sólo no era de verano, por estar, como el lector atento al mundo o al calendario sabrá, en primavera, sino que ni siquiera era un chaparrón esta lluviecita de medio pelo, de dos más IVA, esta lluviecita insignificante”.
Sin embargo, a ésa hora de la tarde en la que el sol se respira hondamente; en la que las montañas, con su exhalación entibian los hombros; cuando se escucha el grito pomposo de la vida, eructada por las ramas de los árboles cobrizos. Ésa hora precisa en la que el gusto del color se intensifica; en la que es dable ver el sinuoso camino de roncas mariposas, el dulce latir del canto de un pájaro; a ésa hora exacta, de un día de primavera después de algunas gotas de lluvia, me fue dado a entrever por un charco en el asfalto que no es justo sojuzgar a Narciso, pues Cupido habita en las lagunas.

4.7.06

niebla

Las nubes acarician el suelo, dejando la humedad de su beso en las calles. Los edificios, espantosos monumentos, asoman tímidos sus rostros mohosos, herrumbrosos. Allí los faroles se abrazan a su luz, sin dejarla partir muy lejos.
Y aunque el mundo se vuelva lento, y raro, las personas siguen caminando; sus hombros, sus narices, ahora fríos y mojados. Entre paso y paso se percibe la fofa respiración del aire, estancándose apesadumbrado.